Durante la segunda mitad de la dictadura de Franco una constante voz, la de Girón de Velasco, tronaba contra cualquier ‘apertura’ del régimen motejándola de traición a los muertos y los mártires, a la sazón de la Cruzada. Esta cínica maniobra, que bajo capa de culto a los muertos impone una concreta política a los vivos, se repite una y otra vez en las dictaduras y entre los grupos fundamentalistas, de Irán y Hamas a Corea del Norte y la Alemania nazi, pasando por la Rusia soviética y la España fascista; y es especialmente lamentable, por fraudulento, siniestro, e innecesario, que Aznar y Mayor Oreja injertaran esa roña falangista en una derecha española que merece mejor suerte, y decencia.
Primero se nos dijo que quien no apoyara la concreta política propugnada por unas determinadas víctimas del terrorismo era cómplice de ETA, que rápidamente se convirtió en acusar de complicidad con el terrorismo a todo aquél que no apoyara o fuera del PP, al margen de que miles de esos cómplices estemos amenazados por ETA o sean sus víctimas: o con el PP o traicionando a los muertos.
Tenía que pasar: ahora, según Iturgaiz, “o se está con María San Gil o se está con ETA”. Ya se cierra el círculo, sean bienvenidos al club de los cómplices de ETA el sr. Rajoy y unos cuantos millones de votantes y dirigentes del PP, donde ellos mismos nos habían colocado a todos los demás. ¿Para cuando la ilegalización del PP por complicidad con el terrorismo? Quien a hierro mata, a hierro muere.
Article publicat a Público el 30 de maig de 2008