Como jefes de banda que se reparten el territorio, Zapatero y Rajoy han acordado los cromos que a cada uno corresponden en el CGPJ y en el Tribunal Constitucional, con la habitual promesa que tanto ellos como los jefes que les precedieron no han cesado de enunciar e incumplir: nombrar juristas de prestigio, imparciales e independientes, que no sean correas de transmisión de los partidos. Que lo digan los jefes de los partidos no deja de tener su gracia, pero el escepticismo escaldado aconseja desconfiar y vigilar, pues nada se ha acordado sobre la comparecencia pública y transparente de los candidatos, y el examen exhaustivo de su trayectoria, méritos (de haberlos), y propósitos. Nada de ‘hearings’ a la americana, seguirán decidiendo los jefes de los grupos parlamentarios del PP y del PSOE, con el visto bueno de los grandes jefes, en un proceso opaco y clientelar, que por arte de magia prometen ahora, como siempre lo han hecho, que ejercerán decentemente. Podrían empezar no acordando el nombre del Presidente del CGPJ, y que efectivamente lo elijan, como ordena la Constitución, los Vocales del CGPJ. En caso contrario, los nuevos Vocales tendrán una primera y definitiva muestra de su independencia, no nombrar al Presidente acordado entre el PP y el PSOE sino a otro jurista, como el primer TC se atrevió a hacer, asegurándose así un margen de independencia hoy absolutamente perdido. Si hocican a ratificar lo que se les mande, se acabará la independencia antes de empezar. Como siempre.