L’ASSASSINAT DE LA LLIBERTAT.

Estamos viviendo y observando cómo se está asesinando la libertad y se le van amputando poco a poco miembros, ante una ciudadanía impasible. Un fenómeno global que se extiende , como no a España, y a otros lugares, con esos medidas que se derivarán de la aplicación de los denominados “delito de odio” y “de enaltecimiento del terrorismo” que constreñirá hasta el paroxismo la libertad de expresión mediante la imposición sistemática de multas estratosféricas y condenas de prisión para incontables tuiteros como Boro o raperos como Valtonyc y por todos aquellos que discrepen abiertamente con lo que no están de acuerdo, sean raperos o sean inconformistas manifestados frente a la injusticia. Una Ley Orgánica de protección de la Seguridad Ciudadana y del Código Penal, gracias al gobierno anterior del PP, por las cuales se amordaza el ejercicio de los derechos de reunión pacífica y de libertad de expresión y se daña el derecho a la información. Pero eso también se ve en otros lugares diferentes y que no preciso nombrar. Lo que me preocupa es el encefalograma plano de la conciencia crítica de la sociedad actual ayudada por una práctica periodística arriesgadamente mediatizada por la ausencia de la exégesis y la misma objetividad de la información en si misma. Es el principio de la implantación de la autocensura y la sumisión “nolis volis” a los distintos medios en favor de los postulados del sistema dominante, poderes fácticos que usan a su antojo todos los medios a su alcance. No deja de ser una deriva involucionista de la LIBERTAD y la DEMOCRACIA, algo que no es nuevo y que ya reconoció la politóloga Noelle Neumann en su libro “La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social” (1977), una publicación que se adelantó 40 años. Parece que vamos encaminados a la “perfección negativa”, término acuñado por el novelista Martin Amis para nombrar la obscena justificación del uso de la crueldad extrema, masiva y premeditada por un supuesto Estado ideal”, quizás de forma global y no sólo puntual. Y mientras tanto los ciudadanos, parece que seguimos ignorando la gravedad de la aplicación de esas medidas o semejantes, siempre regresivas. Llegado a este punto me permito recordar el poema “Cuando los nazis vinieron” del pastor protestante alemán Martin Niemöller (1.892-1.984): “Primero vinieron a buscar a los filoterroristas y yo no hablé porque no era filoterrorista. Después, vinieron por los separatistas y yo no hablé porque no era separatista. Después, vinieron por los indignados y antisistema y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Finalmente, vinieron por mí y los demás socialistas y ya para ese momento no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”. Antes que llegue ese momento que sea la ciudadanía, la ciudadanía, no sólo de aquí la que alce la voz gritando la palabra LIBERTAD en toda su extensión, con valor y dignidad y sin miedos.