D’allò que no es pot teoritzar, es deu narrar, ens va ensenyar Umberto Eco, i és per aquesta raó que m’ha semblat adient, en les actuals circumstàncies, i en ares d’una manifestació demà que no voldria perjudicar, reproduir parts d’un romanç del Duc de Rivas, “Un castellano leal”, on el comte de Benavente s’hi nega a allotjar al seu palau de Toledo al Duc de Borbó, per haver aquest traït el Rei de França, Francesc I, posant-se al servei de l’Emperador Carles, I de Castella i V d’Alemanya: «Hola, hidalgos y escuderos/de mi alcurnia y mi blasón,/mirad, como bien nacidos,/de mi sangre y casa en pro./Esas puertas se defiendan,/que no ha de entrar, ¡vive Dios!,/por ellas, quien no estuviere/más limpio que lo está el sol./No profane mi palacio/un fementido traidor, /que contra su rey combate/y que a su patria vendió./Pues si él es de reyes primo,/primo de reyes soy yo;/y conde de Benavente,/si él es duque de Borbón./ Llevándole de ventaja,/que nunca jamás manchó/la traición mi noble sangre,/y haber nacido español.»
Aquesta retafila l’escolta el Duc de Borbó, “el que, lidiando en Pavía,/más que valiente, feroz,/gozose en ver prisionero/a su natural señor;/y que a Toledo ha venido,/ufano de su traición,/para recibir mercedes,/y ver al emperador.”
Tot seguit se’n va a queixar-se a l’Emperador, abstret en assumptes d’Estat “cuando un tropel de caballos/oye venir a lo lejos/y ante el alcázar pararse,/quedando todo en silencio./En la antecámara suena/rumor impensado luego;/ábrese al fin la mampara/y entra el de Borbón soberbio./Con el semblante de azufre/y con los ojos de fuego,/bramando de ira y de rabia/que enfrena mal el respeto,/y con balbuciente lengua/y con mal borrado ceño,/acusa al de Benavente,/un desagravio pidiendo./El emperador un punto/quedó indeciso y suspenso,/sin saber qué responderle/al francés, de enojo ciego./Y aunque en su interior se goza/con el proceder violento/del conde de Benavente, /de altas esperanzas lleno/por tener tales vasallos,/de noble lealtad modelos,/y con los que el ancho mundo/será a sus glorias estrecho./Mucho al de Borbón le debe/y es fuerza satisfacerlo; /le ofrece para calmarlo/un desagravio completo./Y llamando a un gentilhombre, /con el semblante severo/manda que el de Benavente/venga a su presencia presto./Pensativo está el monarca,/discurriendo cómo pueda/componer aquel disturbio,/sin hacer a nadie ofensa./Mucho al de Borbón le debe,/aún mucho más de él espera,/y al de Benavente mucho/considerar le interesa.”
Així les coses, sembla clar que l’Emperador decidirà sacrificar el Comte de Benavente, perquè necessita més del Duc de Borbó: “Dilación no admite el caso,/no hay quien dar consejo pueda,/ y Villalar y Pavía/a un tiempo se le recuerdan.” Crida el Duc de Benavente a la seva augusta presència, i “El emperador, benigno,/que alce del suelo le ordena,/y la plática difícil/con sagacidad empieza./Y entre severo y afable,/al cabo le manifiesta/que es el que a Borbón aloje/voluntad suya resuelta.”
Ens hi trobem de ple en la situación trágica: la dignitat exigeix negar-se a les ordres infames de l’Emperador, però la deferència institucional no permet la negativa: “Con respeto muy profundo, /pero con la voz entera,/respóndele Benavente/destocando la cabeza:/«Soy, señor, vuestro vasallo;/vos sois mi rey en la tierra,/a vos ordenar os cumple/de mi vida y de mi hacienda./ Vuestro soy, vuestra mi casa,/de mí disponed y de ella,/pero no toquéis mi honra/y respetad mi conciencia./Mi casa Borbón ocupe,/puesto que es voluntad vuestra;/contamine sus paredes, /sus blasones envilezca,/que a mí me sobra en Toledo/donde vivir, sin que tenga/que rozarme con traidores,/cuyo solo aliento infesta;/y en cuanto él deje mi casa,/antes de tornar yo a ella,/ purificaré con fuego/sus paredes y sus puertas.”
Dit i fet, “Muy pocos días el duque/hizo mansión en Toledo,/del noble conde ocupando/los honrados aposentos./Y la noche en que el palacio/dejó vacío, partiendo/con su séquito y sus pajes/orgulloso y satisfecho,/turbó la apacible luna/un vapor blanco y espeso,/que de las altas techumbres/se iba elevando y creciendo./A poco rato tornose/en humo confuso y denso,/que en nubarrones obscuros/ofuscaba el claro cielo;/después, en ardientes chispas,/y en un resplandor horrendo/que iluminaba los valles,/dando en el Tajo reflejos,/y al fin su furor mostrando/en embravecido incendio,/que devoraba altas torres/y derrumbaba altos techos./ Resonaron las campanas,/conmoviose todo el pueblo,/de Benavente el palacio/presa de las llamas viendo./El emperador, confuso,/corre a procurar remedio,/en atajar tanto daño/ mostrando tenaz empeño./En vano todo; tragose/tantas riquezas el fuego,/a la lealtad castellana/levantando un monumento./Aún hoy unos viejos muros/del humo y las llamas negros,/recuerdan acción tan grande/en la famosa Toledo.”
És clara la lliçó: en un règim autoritari, quan el governant mana quelcom lesiu per la dignitat del súbdit, aquest l’ha de obeir, però pot rescabalar la seva dignitat. En una democràcia, aquests dilemes no s’haurien de plantejar, perquè hauria de ser possible sense represàlies ni imposicions dir-li no al governant, i que aquest no se’n comportés com un okupa que amenaça, desqualifica, imposa i usurpa. Com canten els americans, “riu-te’n dels reis, o serán ells qui et faran plorar.” Els discrets lectors sabran capir quina mena de règim impera a Catalunya, i rescabalar llur dignitat. A la manifestació de demà en tenim l’ocasió.