Recientemente ha fallecido Francesc Vicens, escritor, abogado y ex diputado de ERC, hasta actor de breve carrera, en un papel en 1978 en “Las rutas del sur” de Jorge Semprún. Un hombre que hizo de la cultura su afán, de hecho fue director de la Fundación Joan Miro y escritor de prestigio, de la política , un servicio a los demás, y su vocación mejorar el entorno que le tocó vivir, con la bandera de la verdad y la lealtad.
Formó parte de la célula clandestina del PSUC en donde fue expulsado por apoyar a Jorge Semprún, escritor también, intelectual, guionista y político. ¿Por qué lo recuerdo con tanta nostalgia? Antes recordar brevemente quien fue Jorge Semprún; nieto de Antonio Maura, cinco veces Presidente durante el reinado de Alfonso XIII, miembro de la Resistencia en Francia que luchó contra el nazismo y entre 1988-1991 ministro de cultura con Felipe González, aunque nunca tuvo el carnet del PSOE y que cuando fue enterrado en Francia en 2011 con 87 años fue enterrado con la bandera Republicana encima del ataúd.
Ahora en estos tiempos compulsos que se están sufriendo en Catalunya, que se están viviendo en España con personas como estás estoy convencido que no hubiese pasado, seguro que el diálogo, que el entendimiento hubiera llevado a caminos muchos más fructíferos que los que hemos vivido en estos tiempos en los que ha renacido la fuerza, la punitiva represión, la judicialización, en lugar de la palabra y el dialogo
De ahí mi recuerdo, mi homenaje a tan insignes personas que hoy más que nunca tendrían que estar presentes dentro de un panorama que ha abierto un pequeño resquicio a la esperanza con esa moción de la dignidad y lo único que espero es que realmente de resquicio se llegue a ventanal abierto pero eso sólo el tiempo lo dirá. Un esfuerzo de todas las fuerzas políticas, para superar ese mal que nos atenazaba con la corrupción como bandera.
Ahora es el momento no de gestos , sino de hechos, de dialogar y caminar para llegar a abrir nuevamente las ventanas a un nuevo y posible futuro. El resquicio es pequeño pero lo suficiente como para esperar un nuevo día radiante.
Esa amanecer que se ha abierto puede tornarse en un día nublado si no se toman las medidas, el diálogo, el consenso y la tenacidad que quizás un día tuvieron personas del calado de las que se homenajean en este artículo.
De ahí que este artículo lo termine con unas palabras de Carles Puigedmon : “Vivimos un momento excepcional, de dimensión histórica. Sus consecuencias y sus efectos van mucho más allá…” ya que puede suponer el renacer de la democracia, el fin de un ciclo y el resurgir de la esperanza.
