La única salida decente a la presente situación, que curiosamente se ha re-tensionado tras las elecciones andaluzas, es la huelga indefinida del molt honorable (pese la Constitución) presidente de la Generalitat. No digo que éste se una y acompañe la huelga de hambre, pues no se puede alentar que nadie se juegue la vida, pero en la situación actual, la única respuesta sensata es la apatía: ni sonrisas ni ira: tristemente ya llegará el momento donde la ira será difícilmente contenible.
Si por unas palabras amables como las que hizo MHP Torra tras su viaje a Eslovenia (y las cosquillitas que le han hecho algunos CDR a Florentino con los levantamientos simbólicos de barreras) reaccionan así el gobierno español y los sedientos medios madrileños y los respectivos llepaculs domèstics (al final en los editados históricamente en Barcelona parece que solo van quedando miembros de una curiosa servil especie), que piden a gritos la suspensión otra vez de la autonomía (autonomía de palabra que no significa nada real), queda claro que no hay ninguna autonomía que preservar: solamente unos puestos institucionales que bestias llenas de odio pueden venir a ocupar
No podemos optar por la vía eslovena porque no hay el apoyo social unánime preciso y eso hará que cualquier represión por parte de nuestros serbios logre justificación social, nacional-española e internacional, no porque no sea una estrategia legítima (consistente simplemente en afirmarse soberanamente como comunidad política): no podemos optar por unas Navidades calientes porque mucha gente pasa frío. Estas Navidades seamos catalanes: no sabemos hacer revueltas como los sediciosos franceses y en cambio soportamos muy bien las represiones estatales tan severas como las que recibiría el más sanguinario de los rebeldes perdedores. A lo mejor no es algo tan malo: nos faltará maldad, digo yo, y tradicionalmente se ha considerado que el defecto es el mal. No escalfem l'ambient, sino limitem-nos a menjar escudella de galets i carn d'olla.