En este período de confusión sobre las nacionalidades, que crean auténticos bandos opuestos, existe una teoría que está en auge, la del derecho a decidir, que supera las características nacionales como determinación del pueblo como sujeto de soberanía real. Desde este prisma, podemos hablar de derecho a decidir de las comarcas castellanoparlantes también, en las cuales se podría situar Villena.
Podríamos decir que a nivel internacional existe el derecho a la autodeterminación declarado por la ONU (artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos firmado por la Asamblea General de la ONU en 1976, y en otras Resoluciones), que pese a los años que han transcurrido sigue sin desarrollarse, salvo en los procesos de descolonización.
En cambio, una nueva teoría del derecho, que en unas ocasiones parte del pensamiento liberal y en otras del comunista/anarquista, está emergiendo para sustituirlo: el derecho a decidir. En este contexto se entiende lo sucedido en Escocia, Quebec, Catalunya, y la extensión a otras zonas que no concuerdan culturalmente con el Estado al que pertenecen. Lejos del chovinismo, responde a la necesidad de autogobierno de la ciudadanía a través de movimientos sociales, asociaciones y partidos políticos.
La exigencia del derecho a decidir viene determinada por la historia, que es dinámica, flexible, y nunca ha determinado unas fronteras fijas, es más, las fronteras no tienen tanta vida como se piensa (apenas unos siglos, al igual que el Estado de Derecho tampoco existe desde hace muchos siglos). Precisamente, lo que hoy conocemos como Estados proviene del absolutismo, es decir, del gobierno de reyes, y del resultado de las guerras, no del contrato social de Rousseau de las poblaciones ni de referéndums. Conviene pues, no repetir los errores de la historia, y plantear la soberanía como un derecho al que pueden acceder libremente las poblaciones, y no como una foto fija de los territorios que evolucionan o pretenden conformarse a su libre albedrío.
Derecho a decidir, porque la democracia parece la mejor forma de solucionar cualquier problema social: al igual que la democracia sería una buena solución al poco encaje de Catalunya en España, se podría utilizar para tomar decisiones a la inversa, es decir, el encaje de las comarcas castellanas a su delimitación territorial actual más catalana-valenciana, como la ciudad de Villena, que aparecen ligadas a Valencia por las líneas territoriales que trazaron de forma autoritaria los gobiernos absolutistas del siglo XIX, tras la reforma administrativa que creó las actuales provincias en 1833 (aunque Villena entró en Alicante tres años después).
El pueblo catalán está buscando su emancipación, a través de un proceso popular que lleva más de 30 años ejecutándose, recibiendo el más absoluto desprecio del Estado español. Siendo coherentes, las personas que defendemos la democracia y acabar con las desigualdades, tendríamos que apoyar y aprender el proceso constituyente catalán, y a continuación, intentar llevarlo a nuestros lugares (como Villena), como otro intento más de conquista de la soberanía popular, actualmente secuestrada por los poderes económicos de la Troika, el gobierno español y la gran patronal.
Eladio Cortés, miembro de Esquerra Unida de Villena y de la Plataforma pel Dret a Decidir PDaD.
