Una figura inolvidable del cine español, y del egipcio, es la chacha sentenciosa, esas Gracita Morales y Florinda Chico que revelan a la estupefacta visita ilusa lo que los señores de la casa realmente piensan.
A menudo esta función la representa el sr. Hernando, Presidente del CGPJ, que ya ha avisado que si el Gobierno español no para los proyectos del Lehendakari, los pararán “los jueces”; y cada vez que el sr. Hernando ha apelado a “los jueces” en estos largos seis años, el resultado ha sido una política de trinchera en cobertura de las posiciones más extremas del PP, envuelta en togas.
Baste repasar todo lo que este Consejo del PP no hubiera hecho desde hace un año, de haber cesado como manda la ley: los jueces nombrados a dedo que no lo serían, los expedientes disciplinarios a la carta para los amigos (y los enemigos), la propaganda de partido con el marchamo “judicial”, los obstáculos continuos a los Gobiernos desafectos, etc. Con razón el PP se niega a cumplir la ley y renovarlo: ¿Por qué va a perder un servicio doméstico tan hacendoso? ¿Alguien aventura que por responsabilidad institucional?
Ya es seguro que el PP bloqueará la renovación hasta después de las elecciones, por si acaso las gana, pero, cuando las pierda, ¿Va a consentir perder además el CGPJ a su servicio, y la oportunidad de controlar el Tribunal Constitucional?
En abril del 2004 un Vocal auguró: “Aquí vamos a estar hasta que el PP vuelva a ganar las elecciones por mayoría absoluta.”
Así parece que va a ser.
Article publicat a Público el 26 d’octubre de 2007