“La cuestión no es si hay terrorismo: por supuesto que lo hay. Tampoco si el terrorismo y los terroristas deben ser combatidos: por supuesto que deben serlo. La cuestión es qué otros males toleramos –o creamos- centrándonos exclusivamente sobre un solo enemigo y utilizándolo para justificar un sinnúmero de otros males menores nuestros”, afirma Tony Judt. El caso español muestra lo fácil y eficaz que es acusar de terrorismo para silenciar y perseguir a los discrepantes, cerrar medios de comunicación, liquidar empresas y despedir trabajadores, encarcelar y acusar a los encarcelados por denunciar torturas policiales, que no se investigan, y todo ello para acabar con el único diario en euskera y con patriotas vascos, nación y lengua a destruir en beneficio de las de los perseguidores, y sin un juicio justo con todas las garantías y derecho a la defensa: sin juicio alguno.
Hace cinco años que esas ‘medidas cautelares’ han destruido el diario Egunkaria por la sola acusación de un fiscal que, después, la ha retirado, y en cinco años los acusados no han podido defenderse y las cautelares son ya irreversibles: condena sin juicio. “¡Ay del mundo, si los grandes pudiesen autenticar sus acusaciones con la sola excusa de haberlas proferido!”, alertaban ya en el siglo XVII los moralistas ante la justicia del déspota. A esto ha llegado la Justicia española, la 46ª del mundo en imparcialidad y la 64ª en independencia, por debajo de Jordania, Malawi o Turquía. Y aun dicen de Guantánamo.
Article publicat a Público el 22 de febrer de 2008