Majestad:
En el momento de empezar a escribir esta carta no puedo más que mostrar mi admiración por los servicios prestados al estado por la família a la que usted tiene el honor de representar desde que en 1974 el Rey Juan Carlos asumiera temporalmente las funciones de manera interina como jefe del estado.
Este próximo año hará, de todas maneras, 40 años desde qué se inició el camino hacia la democracia culminado de manera muy exitosa en las elecciones democráticas y libres del 15 de Junio de 1977.
Nada parecía presagiar, en aquel momento, que al año siguiente se podría aprobar una constitución que décadas después se podría considerar caducada. No en el sentido de validez como ley democrática, que la sigue teniendo, mas en el sentido de que ciertas de sus partes no son habituales de un estado democrático del siglo XXI.
Como garantes que usted y el rey Felipe VI son de la constitución y de todo lo que ello implica, no les puedo pedir que se posicionen a favor de cosas que, aunque desde mi punto de vista y desde el de muchas personas es legítimo, ustedes tienen que hacer guardar.
Yo nací en 1993, me siento español, nací en una democrácia asentada y en pleno desarrollo, y recuerdo, mi reina, que desde los 21 años que han pasado desde entonces, muchas cosas.
Me dicen que tengo mucha memoria y la mas antigua de todas ellas que yo recuerdo es del año 1994, con ocho meses, muy difusa, pero firme.
Me acuerdo de ciertos acontecimientos desde 1995, y recuerdo, señora, un país pacífico, un país del que, aunque a muchos les costaba reconocerlo en ciertos sectores de la política, a nivel de sus habitantes, estaba orgulloso de su diversidad, de su democracia.
Me acuerdo, Doña Letizia, de que estaba orgulloso de ser Español, me acuerdo de que toda mi clase, en un colegio de Barcelona que seguía a rajatabla la immersión linguística (sin que esto perjudicara emocionalmente a los alumnos) veía los partidos de la selección en las colonias y de que animávamos a España en catalán.
Me acuerdo de su cara, de su personalidad seria, y de su labor al frente de los telediarios de TVE que nos tenía a todos pendientes del televisor, de su excelente pronunciación de todos los nombres extranjeros.
Me acuerdo de, en 2002, tararear el himno nacional en los mundiales de Korea y Japón de 2002 y sentir un immenso enfado en el momento en que la selección nacional fue eliminada por Korea del Sur.
Y de su enlace con el Rey Felipe.
Pero también me acuerdo de los insultos a Jordi Pujol en la sede del PP en las elecciones de 1996, de los insultos, boycots, acciones anticatalanas, y más, que se fueron sucediendo. No por estar todo eso en el programa del partido ganador sino por la gente que hubiera hizo que ganara.
Me acuerdo también, allá por el 2001, como la relación entre el estado y Cataluña,alcanzó un punto de no retorno con una subida del independentismo hasta el 36%.
A partir de ahí, se alcanzó un punto de no retorno en el qual los Catalanes nos empezamos plantear si todo lo que nos creímos y hicimos en la transición fue o no verdad.
Y entonces fue quando comprendi que, en el mejor de los casos, excepto desde la família real, todo lo concedido a nosotros fue para que hubiera una mínima estabilidad política en España, sobretodo desde el momento en que al tener los Catalanes autonomía, todas las demás por entonces regiones, pusieron el grito en el cielo y se acabaron creando 17 autonomías en vez de seis, las previstas en base a la lengua y Andalucía.
Es por tanto, el motivo de mi carta, simplemente pedirle que la Casa Real, en concreto su persona, y digo particularmente usted, que dispone de ciertas dotes que no se encuentran en todas las personas debido a su pasado periodístico, se concentre, sabiendo lo que representa y que esto es un asunto de una democrácia de la qual la institución a la que representan es garante, que se pusieran, y usted, sobretodo, de su parte, para que dejara de existir ese clima de crispación política, esos insultos y declaraciones que se oyen habitualmente en la prensa, ese desprecio existente hacia ciertas nacionalidades y ciertas aspiraciones y en definitiva, a toda una manera de ser.
Si usted puede hacer eso, los políticos desarrollarán su trabajo con más calma y todos se lo agradeceremos.
Atentamente, y ilusionado por su respuesta, privada o pública, y deseándole una feliz navidad y suerte en el reinado;
Carlos Manrique Pérez
Comunidad Autónoma de Catalunya
08904 L’Hospitalet de Llobregat
93 333 28 38